domingo, 2 de mayo de 2010

El amor y el otro (del yocet)

"El Logos (Verbo o Proyecto) de Dios se hizo hombre,
para que aprendiéramos cómo un hombre puede volverse Dios"
Clemente de Alejandría

Muere la deidad
por decisión
propia
y su nacer es constante
con el morir
y uno simultáneamente

desgástase en su sacrificio extremo
y se plenifica presta a darse más
hasta lo inconcebible

dios que alienta lo creado por sí
al tanto tembloroso
de lo que será de su criatura

sereno conoce su fin esperanzador
pero se arriesga en la aventura
más impredecible
de poder tan a lo grande
y sin embargo
dejar ser
la mansedumbre de la espera suya
propiciatoria de la oportunidad
para crecer los menores
alzarse al encuentro de sí

el dios no a regalar
lo que podemos obtener
solo por nuestras manos

y paradójicamente más generoso
gesto el no regalar
tenida cuenta de que se es generoso
cuando se da lo mejor
dígase la oportunidad
de hacerlo verdaderamente nuestro
y en esas cosas del espíritu
en que debemos andar sobre nuestros
propios pies más
cuanto más vamos creciendo
cerca de la divinidad
hasta divinizados

el dios que se despoja de su divinidad
y vuelve a ganársela una y otra vez
no como alarde
lo que esos extraños
movimientos regeneradores
de su condición

corre hasta el hombre
y le da alcance
tiéndele la más débil de sus manos
y la más fuerte en verdad
para alzarlo hasta su altura

y se desvela
vive fascinado
ante la sorprendente realidad del otro
manifestación de sí
distinta a la
que lo reproduce
como imagen fiel copia servil
del espejo
en que nunca pensamos

reflejo de lo diferente
que aflora en la autonomía
e invalorable emanando
de lo que nos ve
presentimiento de la semejanza nuestra
en la otredad

el otro yo distante
que observa al yo conciente
desde la otra conciencia

y todo el amor sentido
es poco al lado
del misterio que a propósito del amor
nos debe lanzar a la cara el otro

aunque reciba loas el inmenso amor
de los corazones celestiales
y los más grandes humanos
en eso de amar al otro
como a uno mismo
y que debiera ser mejor
amar al otro
como al otro mismo

el otro que estremece a la deidad
téngase en poco su valía
si reparamos en la visión
hacia lo que no es el ego

debiera tener
la humanidad
más cercana al amor

que mucho de lo elevado sentido
los deberes y las dignidades
y mucho de lo sagrado
y los castigos y el amor
ese que agradecidos
debemos ofrendarle a la divinidad
dicen

los verdaderos desacralizadores

destruyen interesados
lo que no entienden
vueltos a guisa muy cerda
al lodo repetido de la necedad

conténtanse más con el agasajo y afirmación
del yo la abusada compañía
de quienes solo conciben y fuerzan los encuentros
en la semejanza
amorosamente a sabe Dios qué perversa
similitud afirman

que es mejor amar
que ser amado

y vaya uno a saber
cuánto narcisismo sentimental
vése en la mostración
de tanto sublime sentimiento

y cuánto egoísmo
se oculta en el nosotros
como pretexto
de las hordas
infantiles
del yo

devastadoras
aunque aleguen su mucha profundidad
del concepto
que los hombres
podríamos tener del otro

hoy tan equivocado
como distinta
y solo semejanza del yo

el otro a pesar
uno con el yo

misterio autónomo
que debiera sobrecogernos
y solo recibe la frialdad
de este mundo egoísta
cargado de derechos conquistados
por el yo fundamento
sobre la base de la semejanza

restringido crueldad
a lo que entiende
o mejor dicho
puede suponer
y bastante mal
en muchas ocasiones

dígase sin reparos

no tiene
según lo que cree
la necesidad
de percibir la diferencia
como alimento del yo

el yo impredecible
que podemos ser
y nos sorprende enriquecedor
autónomo dado a la vida
en la creación
del hombre y de la deidad
que enfrentados en sus criaturas
a la realidad del otro
la perciben
de pronto desconocida

el otro espejo de la semejanza
entre el dios y el hombre
entrañable símbolo
de nuestra diferencia
de lo que hemos dejado
no somos
o podremos ser

y confluencia entre el amor y lo creado.